jueves, julio 07, 2005

Orden de encarcelamiento a periodista

Jueves, 7 de julio de 2005

Por José A. Delgado
jdelgado@elnuevodia.com


WASHINGTON - Un juez de Washington D.C. ordenó ayer el encarcelamiento de la periodista Judith Miller, del periódico The New York Times, por negarse a revelar la fuente que confidencialmente le pudo haber dado información sobre el caso en el que se divulgó la identidad de una agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Minutos antes, otro periodista, Matthew Cooper, de la revista Time, anunció a la fiscalía federal que accederá a testificar próximamente ante un Gran Jurado federal y a revelar su fuente, después de que su propio informante le telefoneó poco antes de la audiencia judicial y sorpresivamente le autorizó a divulgar su nombre.

“Es un día triste para el periodismo en este país”, dijo Cooper, a su salida del tribunal de distrito de Washington, cuya empresa Time, en contra de su voluntad, entregó sus notas y sus mensajes electrónicos a la fiscalía. “Mi solidaridad está con Judith. Le pedí que se mantuviera fuerte”, indicó Cooper, quien se había despedido antenoche de su hijo, advirtiéndole que era probable que estuviera ausente durante varios meses.

La encarcelación de Miller, y la amenaza que se mantuvo en contra de Cooper, son consecuencia del caso en que se divulgó el nombre de una agente de la CIA.

La controversia comenzó con un artículo de opinión del periodista Robert Novak, quien originalmente reveló que Judith Plame era la esposa del diplomático Joseph Wilson, quien recientemente había criticado expresiones del presidente George W. Bush sobre la supuesta presencia de armas de destrucción masiva en Irak.

Poco después de publicar su columna, Novak comentó que la esposa de Wilson era una agente de la CIA. El fiscal Patrick Fitzgerald, que ha amenazado con convertir el caso en contra de Miller en un procedimiento criminal, investiga si se violó una ley federal al dar a conocer la identidad de una funcionaria de inteligencia que operaba desde la clandestinidad.

Al parecer a Novak no se le ha amenazado con encarcelarle. Y el columnista, que publica sus artículos en importantes medios como The Washington Post y The Chicago Tribune, ha rehusado precisar su papel en esta investigación, aunque criticó que se encarcele a periodistas y prometió contarlo todo una vez termine el procedimiento judicial.

Fitzgerald, sin embargo, ha incluido en su pesquisa a varios periodistas. Cooper escribió un artículo sobre el caso Plame, junto a otros colegas de la revista Time. Pero, Miller, aunque hizo investigación sobre el tema, nunca publicó un artículo bajo su firma.

“Hay una posibilidad real de que el confinamiento le haga testificar”, indicó el juez Thomas Hogan, del Tribunal Federal de Washington D.C.. “No hago promesas de confidencialidad a la ligera, pero cuando las hago las honro”, sostuvo Miller -según The Associated Press-, quien habló ante el juez.

Hogan informó que la orden de desacato en contra del tribunal que ha provocado el encarcelamiento de Miller, vencerá el 28 de octubre próximo, cuando expira el término de funcionamiento del Gran Jurado federal que investiga el caso Plame.

Por el momento, sin embargo, Miller ha sido enviada a la cárcel en un proceso “por el cual no se ha acusado a nadie y no se sabe si habrá acusaciones”, dijo el director ejecutivo de The New York Times, Bill Keller, en una conferencia de prensa en las afueras del tribunal.

Keller elogió la bravura de su reportera. “Es su determinación honrar el compromiso profesional que hizo de guardar el secreto de su fuente y no tratar de estar por encima de la ley”, agregó.

Floyd Abrams, abogado de Miller, indicó que este tipo de procedimiento judicial tiene el efecto de coartar el libre flujo de información y menoscabar la fortaleza de la libertad de prensa. Recordó, además, que el fiscal Fitzgerald todavía puede considerar convertir el caso de Miller en un procedimiento criminal, pero advirtió que eso sería atentar aún más contra el libre flujo de información.

“Sería una terrible ironía que la única persona que termine encarcelada por este asunto sea una periodista”, señaló Abrams.

El asesor legal de Miller dijo que su trabajo prácticamente ha concluido en este caso. Pero, no descartó que si el encarcelamiento se alarga, pueda retornar al tribunal para advertirle al juez que es evidente que la periodista no va a revelar sus fuentes y que el encarcelamiento no cumple ningún fin social.

Poco antes del encarcelamiento de Miller, organizaciones de periodistas -incluida la Asociación de Periodistas de Puerto Rico- promovieron que ayer al mediodía se guardaran dos minutos de silencio en apoyo a los dos colegas estadounidenses y en contra del interés de la fiscalía federal en encarcelar a profesionales que protegen la identidad de sus fuentes. En algunas localidades estadounidenses, además, se realizaron manifestaciones de protesta en defensa de los periodistas.

El Club Nacional de Prensa de Washington D.C., por su parte, informó de que le concederá el próximo día 18 el premio de libertad de prensa John Aubuchon a los reporteros Miller y Cooper. También felicitó al dueño de The New York Times, Arthur Ochs Sulzberger, hijo, y al director ejecutivo Keller por defender los principios periodísticos en este caso. Pero, la dirección del Club Nacional de Prensa lamentó que los ejecutivos de la revista Time no hicieran lo propio y colocaran a Cooper contra la pared, al entregarle a la fiscalía las notas que tomó y los mensajes electrónicos referentes al caso.

Las notas de Cooper aparentemente incluyen -según informes- el nombre del consejero político de la Casa Blanca, Karl Rove, pero el abogado del asesor del presidente George W. Bush indicó que su cliente no es el objetivo de la investigación en este controvertido caso.

Miller cubrió la guerra de Irak y fue criticada por sus propios colegas por supuestamente depender demasiado de la información errónea que le suministró Ahmed Chalabi en torno a la presencia de armas de destrucción masiva en el país árabe.

La periodista pidió al juez que si debía cumplir cárcel, se le confinara a un arresto domiciliario. El fiscal Fitzgerald se opuso y expresó que si Miller había estado sujeta a las dificultades del desierto en la guerra, su arresto domiciliario “en una confortable vivienda” no sería la mejor opción para “obligarla a testificar”.