miércoles, junio 15, 2005

Escabrosa la ruta del periodismo libre en la Isla

Miércoles, 15 de junio de 2005

Por Rubén Arrieta Vilá
rarrieta@elnuevodia.com


Si el periódico impreso ha cumplido cuatro siglos de vida en el mundo, en Puerto Rico nació tarde, hace poco menos de 200 años. La tardanza ocurrió porque también fue tardía la llegada de la imprenta, más de ochenta años después de Cuba, que la inauguró en 1723. Los primeros trabajos de imprenta fueron publicados en La Gaceta hacia 1807, el año que los ejércitos de Napoleón invadieron España.

Aquí gobernaba Toribio Montes para esos años, la época en que el gallego de La Coruña, Juan Rodríguez Calderón, introdujo la primera imprenta. Acaso no pudieron imprimirse noticias de la invasión francesa ni del alzamiento de los españoles el 2 de mayo de 1808. Tras la derrota de los invasores en Bailén y la adopción de la ley constitucional de 1812, el ambiente propició la actividad periodística. Fue el intendente Alejandro Ramírez, quien fundó el segundo periódico, Diario Económico, que nació en febrero de 1814 con artículos del primer redactor que se conoció en la isla, don Pablo de Andino.

Según Antonio S. Pedreira, el desarrollo del periodismo iba a florecer en los períodos constitucionales que permitían relativa libertad de expresión pública. Además, los gobernadores autorizaban que los ayuntamientos pagasen suscripciones, lo que fue sostén de los periódicos.

Con ese medio de financiamiento, pudo mantenerse la circulación del periódico Piedra de Toque, cuya suscripción costaba 8 reales mensuales en 1822. Por cada ejemplar se pagaba un real que hoy sería menos de 10 centavos. El periódico no era industria que tuviese muchos empleados ni era gran fuente de ingresos para beneficio del capital de su dueño. Este lo usaba más para divulgar sus criterios políticos, y eso en los momentos que existió liberalidad en el gobierno.

Llegó a permitirse en una ocasión que José de Andino aconsejase a los lectores que votaran por los hijos del país con preferencia a los españoles. Esa liberalidad, que se inició el 9 de marzo de 1809, concluyó a fines de 1823 cuando Fernando VII impuso la monarquía absoluta. A continuación, durante 15 años de tiranía, el periodismo estuvo ausente del panorama histórico. En 1837, las circunstancias impusieron la necesidad de aumentar la actividad económica para mejorar las condiciones de vida. El gobierno estaba obligado a procurar medios de fomento industrial y agrícola. Se creó una publicación para orientar sobre actividades productivas, reapertura que la hizo necesaria la vida de la colonia, aunque su actividad disidente pudiera ser incómoda al régimen.

Motivado por ese apremio, se fundó el Boletín Instructivo y Mercantil que salió a la luz en 1839. En menos de diez años, la prensa volvió a probar cuánta libertad le cobijaba. El 1ro. de junio de 1848 comenzó a publicarse El Imparcial en Mayagüez, cuyo nombre y su propósito de neutralidad iba a ser un reto. Este reto concluyó rápido porque el diario tan sólo duró 50 días ya que el gobernador Juan Prim, Conde de Reus, le sacó de circulación el 20 de julio de 1848. En su Historia del Periodismo, Antonio S. Pedreira sugiere que el vigor periodístico asimismo se pone de manifiesto conforme a las regiones. Según él, San Juan, Mayagüez y Ponce han sido pueblos donde la prensa puertorriqueña ha echado sus más hondas raíces”.

Hacia 1890 el periodismo tomó una nueva perspectiva. Se convirtió en apremiante y procuraba ser ameno en su estilo de redacción. Se lanzó a la calle en busca de popularidad y procuraba ganar lectores y subsistir día a día en tanto coqueteaba con los anunciantes. Era el principio de la competencia del periodismo cuyo ingreso y su fortaleza económica iban a depender de la circulación. La venta de cada ejemplar y el producto de los anuncios eran su fuente vital.

Hacia la década final del siglo XIX, ese periodismo reporteril lo impulsó Ramón B. López al producir La Correspondencia que empezó con una circulación de 5,000 ejemplares diarios. Se anunciaba como “diario popular de todos para todos, independiente, neutral, y noticiero”. La Correspondencia, al costo de un centavo, fue el primer paso hacia un periodismo que en 100 años sería una de las más productivas y libres empresas de Puerto Rico.