viernes, agosto 05, 2005

Cuba: Periodismo contra viento y marea

Viernes, 5 de agosto de 2005

Por Javier Colón Dávila
End.jcolon@elnuevodia.com


NADIE PODRÍA imaginarse a un periodista que pueda trabajar sin libremente poder escribir en un papel o sacar una grabadora para documentar una entrevista.

En Cuba, sin embargo, las condiciones de trabajo para los periodistas no son ésas y al menos una que ejerció la profesión en ese país puede dar testimonio de lo peligroso que resulta recopilar información y diseminarla en su país.

María Elena Rodríguez lleva apenas un mes en Puerto Rico tras culminar un proceso de dos años que inició con su otorgación de la visa y ya ansía la oportunidad de trabajar en radio, preferiblemente como mantenedora de un programa. En ese medio, dicho sea de paso, se desempeñó como locutora de titulares para la emisora Radio Rebelde, pero luego de dos años, leyendo información que chocaba con sus ideales, no pudo más con la presión y renunció.

“En Cuba, la prensa, todo, está en manos del Gobierno. Están manejados por el régimen y publican informaciones autorizadas”, dijo Rodríguez, de 43 años y natural de la urbanización Santo Suárez, en La Habana.

Dice que “toda la vida” tuvo ideas contrarias a la filosofía del gobierno comunista, pero no fue hasta 1999, tras subsistir con un negocio ilegal de peluquería en su casa, que se integró a lo que ella llama “la prensa independiente” a través de un vecino disidente.

Rodríguez manifestó que su labor , en pocas palabras, se asemejaba a la de un periodista de guerra. Allí, de hecho, hay 23 periodistas encarcelados, incluyendo su amigo Normando Hernández.

“Si vas a la calle por cualquier razón... siempre andaba con bolígrafo y un pedazo de papel. Eso sí, la grabadora no la podía sacar en público. La gente se aterroriza”, dijo.

Según dijo, su vida se le complicó ya que además de tener que lidiar con una enfermedad de su hijo -ahora con 17 años- comenzó a sufrir actos de intimidación como llamadas telefónicas en la madrugada y lanzamientos de botellas, excremento humano y piedras a su residencia.

Incluso, aseguró, recibió ofertas para que desistiera de su labor periodística a cambio de que se le agilizara su salida del país.

Explicó que lograba que personas le dieran información, aunque no incluía el apellido “independiente” al anunciarse como periodista. Veía situaciones que denunciaba y que no necesitaban testimonios como escasez de medicinas, comida o aumentos en los precios de los comestibles.

“Retenía (en la memoria) con mucho trabajo”, dijo.

Mucho de su equipo, como papel, bolígrafos, el fax y el teléfono lo compraba con dinero del exilio, aunque aseguró que esa ayuda no comprometía su objetividad. Su principal método para diseminar la información a medios, todos fuera del país, era a través del teléfono.

“El exilio no orienta qué publicar. Es imposible. Ellos están acá y nosotros somos los que tenemos la realidad en las manos...”, dijo al calcular en 100 los periodistas “independientes” que laboran en Cuba.

Sus principales medios en el exterior eran Cubanet, Cubavoz.com, Habana Press, Nueva Prensa Cubana, Carta de Cuba, Payolibre, Radio Martí y El Disidente.

Rodríguez ni su hijo aún tienen residencia propia aquí. En Cuba dejó a un hermano y sus dos padres. El padre del niño, del que está divorciado, vive en dicho país.