viernes, enero 27, 2006

Sin inspiración García Márquez

Viernes, 27 de enero de 2006


Por Agencia EFE

El Premio Nobel de Literatura en 1982 no descarta, sin embargo, que un día le vuelva la inspiración, a pesar de que diferentes indicios le hagan dudar de ello.

En realidad “con la práctica que tengo, podría escribir una nueva novela sin más problemas, pero la gente se da cuenta si no has puesto las tripas”, asegura el escritor colombiano en un resumen de esta entrevista que el diario español publicará en su próximo suplemento dominical.

García Márquez se detiene en diversos aspectos de sus dos últimas obras, el volumen de memorias Vivir para contarla (2002) y la novela corta Memorias de mis putas tristes (2004).

Sobre la continuación de la primera, el escritor explica a La Vanguardia qué obstáculos de índole personal impiden una pronta aparición del segundo volumen, sobre el que ya había estado trabajando.

En cuanto a Memorias de mis putas tristes, García Mázquez descubre que la versión finalmente publicada es una quinta parte de lo que inicialmente previó.

Habla también de su estancia en Barcelona y reconoce que al comienzo de las década de los setenta, allí se “vivía excelentemente, da pena admitirlo”, asegura el escritor.

Rememora también cómo, en aquellos años, escribió El otoño del patriarca, su novela sobre el ocaso de un dictador, y cómo decidió no regresar a España tras la muerte de Franco (1975), que le sorprendió en Bogotá.

Además revela que, de forma anónima, suele venir cada año a su casa de Barcelona, “aunque ahora hacía cinco años que no lo hacía y mi visita del 2005 causó demasiado alboroto”, agrega en el extracto de esta entrevista.

Su fascinación por el poder es también otro tema de la entrevista que se publicará en el suplemento dominical, en la que habla del ex presidente del Gobierno español Felipe González y de Bill Clinton -algunos de los políticos que todavía le visitan-.

También se refiere a su papel de mediador en el proceso de paz colombiano entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Gobierno.

“He sido siempre más conspirador que firmador”, asegura el Premio Nobel.