domingo, agosto 07, 2005

Balance en la vida sin rehuir opciones



Domingo, 7 de agosto de 2005

Por José Javier Pérez
end.jperez1@elnuevodia.com


Se les llama el sexo fuerte aunque mueren más rápido y un simple catarro los lanza de un tirón, como moribundos desahuciados, a la cama más cercana.

Y aunque a muchos se les caiga el pelo, desarrollen enormes panzas y hasta les salgan pelos en las orejas, sin ostentar y quizás inmerecidamente estos mamíferos bípedos están bien cotizados en el mercado matrimonial, pues hay pocos.

No sólo escasean los “príncipes azules”, los intelectuales y los facsímiles razonables de actores hollywoodenses. También hay carestía de feítos, pipones, bajitos, y hasta de los que nunca se motivaron por obtener títulos universitarios.

¿Dónde están los hombres?

Basta con reunir a un grupo de mujeres solteras y en edad casamentera para obtener la misma respuesta: si no están casados, son homosexuales o les falta inteligencia para sostener una conversación.

Precisamente, El Nuevo Día reunió a un grupo de féminas profesionales, entre los 31 y 39 años de edad, cuyas impresiones, testimonios y experiencias sirvieron para ponerle rostro a estadísticas de población que muestran que en Puerto Rico existe un desbalance de géneros.

Datos de la Oficina del Censo de la Junta de Planificación analizadas por el demógrafo Arnaldo Torres revelan que para el año 2000 había aproximadamente 93 hombres por cada 100 mujeres. Y aunque esta brecha aparenta no ser tan amplia, lo cierto es que a medida que los hombres ganan edad su presencia en la población disminuye.

¿Compensa la naturaleza?

De manera general nacen más niños que niñas. Curiosamente, y como si se tratara de una estrategia compensatoria de la naturaleza, en todo el mundo nacen entre 105 a 110 niños por cada 100 niñas, relación que comienza a reducirse a partir de los 15 años de edad, dijo Torres. A partir de los 20 años de edad ese bajón se empina en una cuesta vertiginosa hasta llegar a la edad de 85 años o más, cuando la relación es de 66 hombres por cada 100 mujeres, explicó el demógrafo.

“Es como si los hombres viniéramos con alguna deficiencia para vivir en el mundo”, dijo Torres en tono de broma.

A lo anterior se añade que la expectativa de vida de los varones es menor, y se suman las muertes violentas como consecuencia del crimen, accidentes automovilísticos, actividades riesgosas y enfermedades como el sida, explicó el demógrafo.

Al efecto entre natalidad y mortalidad se podría sumar la emigración. Históricamente, ha sido el hombre quien deja su país para irse a la guerra o a buscar un mejor trabajo. Pero este aspecto hay que tomarlo con pinzas ya que al presente son las mujeres las que están obtienen más grados académicos y pueden estar también dominando la corriente migratoria de quienes dejan la Isla buscando un futuro mejor, indicó Torres.

“Es que los hombres, tras que hay pocos, son como los teléfonos públicos: la mayoría están ocupados y la otra mitad no sirve”, dijo Glorimar Betancourt Torres, una ponceña de 31 años de edad y maestra de profesión.

Glorimar superó la tristeza que le causó el romper con el hombre con quien se casaría y hoy día celebra que aquella boda nunca se materializó. “Me siento airosa de no haberme metido en una relación de maltrato”, declaró.

Está contenta con su situación actual y disfruta su soltería. Aprovecha su tiempo divirtiéndose y planificando futuros estudios post- graduados. Sin embargo, en ella aún late el sueño de encontrar un compañero para casarse y tener hijos. Tan es así que aún conserva el traje de novia que había comprado, los zapatos que le combinan perfectamente y hasta mantiene separado el Castillo Serrallés para la recepción.

“Como no ha aparecido un nuevo prospecto, yo llamo al Castillo Serrallés cada enero, les informo que la boda se ha suspendido y pongo otra fecha. Lo he hecho tres veces”, dijo.

Mostró su libro de boda, que es una libreta común en cuyas páginas ha pegado recortes de revista con fotos de trajes de novia, atuendos de desposada, modas para las damas, fotos de anillos de diamantes e imágenes de cómo serían los cuartos de sus hijos, entre otras ilustraciones. Es como un documento de planificación.

“Mi boda y mi vida son un sueño”, dijo.

Lisandra Traverso es una dietista de 32 años de edad y divorciada. “Fui al matrimonio por miedo a quedarme sola y luego que me casé seguí estando sola”, narró. Su vida marital se había transformado en un círculo de maltrato emocional porque él tenía problemas de alcoholismo, no era muy comunicativo y además quería mantener su estilo de vida de hombre soltero, contó.

Se liberó de este yugo y aunque también quiere hallar un buen partido, está lejos de desesperarse.

Según Lisandra, hay mujeres que, ante el temor de quedarse solas, se casan con el primero que aparece y hasta se someten a relaciones de maltrato con tal de no perder a un hombre.

“Es que la sociedad te presiona para que te cases pues se piensa que una mujer se realiza como persona cuando logra el matrimonio y tiene hijos, y eso no es así”, elaboró Sandra de Jesús, de 39 años de edad y oficial de manejo de riesgos en una compañía de seguros. “Mi profesión me hace sentir exitosa y me ha dado independencia económica”, indicó.

Más allá del tabú

Algunos estigmatizan la soltería como si se tratara de una enfermedad. De acuerdo con el ex presidente de la Asociación de Psicólogos de Puerto Rico, David Pérez, se utilizan expresiones peyorativas, como “solteronas”, para burlarse o dejar la impresión de que hay algo malo en una mujer que está sin pareja.

Para todas las entrevistadas el matrimonio sigue siendo un anhelo, pero está lejos de rayar en la impaciencia. Es más, optarían por el honroso y muchas veces conveniente estado de la soltería antes que empatarse con hombres ordinarios, como los que se rascan la entrepierna y se ajustan su ropa interior sin pudor alguno, como los estereotipados macharranes del anuncio de una camioneta japonesa, dijeron.

Pero tampoco son buenos los hombres demasiado guapos, señaló Glorimar. “No es que ahora me vaya a buscar a todos los feos del País, pero es que un hombre demasiado guapo también es un problema porque las mujeres los acechan”, explicó.

Agregó que muchos de estos especímenes parecen sacados de revista pero su belleza se desvanece tan pronto abren su boca. Son “chicos-dinosaurio”, es decir, mucho cuerpo y poco cerebro, coincidieron al aceptar que lo mismo ocurre con algunas féminas.

Este desbalance de género ha recrudecido la competencia, más aún cuando el número de homosexuales ha incrementado, según la percepción de Yanny Ruiz, dietista de 31 años de edad. A eso se suma el que ciertos caballeros que no lograron completar estudios universitarios se sientan intimidados por una mujer profesional y le sacan el cuerpo.

“Se intimidan pues eso va contra el estereotipo de que el hombre es el sustento del hogar y tienen que ganar más dinero que la mujer”, dijo Sandra.

Muy atrás quedaron los tiempos en que las mujeres se casaban como una salida para mejorar su condición económica. Hoy día, ellas son propietarias de residencias, son independientes económicamente, tienen el potencial de asumir el poder político y logran más títulos académicos que los hombres.

Por ejemplo, el 69.5% de los graduados de bachillerato, maestría y doctorado del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico en el 2004 fueron féminas, según datos de la Oficina de Planificación Académica de ese centro docente.

Tampoco necesitan la presencia de un hombre para experimentar la maternidad. “Habrá que ver si la inseminación artificial sería una opción para la mujer que no encuentra un esposo”, planteó Torres al puntualizar que son opciones con implicaciones en los modelos morales y religiosos tradicionales.

Sandra consideró ser madre soltera cuando su reloj biológico empezó a dar los avisos de rigor. “Lo pensé, pero el poner a un hijo en un hogar sin la figura paterna me hizo cambiar de opinión. Yo iba a realizar mi sueño de ser madre pero le iba a negar a mi hijo la imagen de un padre. Eso acarrea otras consecuencias”, expresó.

Presión social lleva al matrimonio

Quedarse en la casa reduce las posibilidades de conseguir un parejo, coincidieron. Por ello hay que socializar. “Hay que salir a exhibir el producto”, señaló Glorimar. Puede haber candidatos en los “pubs” o clubes, en las fiestas del Viejo San Juan y hasta en la iglesia y el supermercado.

“Pero lo mismo uno encuentra un hombre bueno en una barra como uno malísimo en la iglesia. O sea que no hay una regla ni una fórmula para conseguir hombres buenos”, afirmó Lisandra.

Una tendencia que han observado los demógrafos son las relaciones entre hombres muy mayores con mujeres muy jóvenes. “Hay que tener cuidado pues hay cosas que se caen con la edad”, dijo Yanny provocando una explosión de risas.

Es la presión social la que empuja a la gente a casarse pese a que aun cuando las estadísticas revelan que las personas gente no se preparan para el matrimonio. Ocho de cada 10 parejas que se casan se divorcian, dijo el demógrafo Torres.

“¿Por qué entonces la soltería no puede ser una opción?”, se preguntó.

1 Comments:

At 7:25 p. m., Anonymous Anónimo said...

Teacher I don't kwon about your story I'm sorry

 

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