miércoles, junio 15, 2005

Filtro contra el calentamiento


Miércoles, 15 de junio de 2005





Washington (EFE) - El dióxido de carbono que proviene de la quema de combustibles fósiles será absorbido por los océanos, lo que resolvería el calentamiento global, según un grupo de científicos de la Universidad de California.

El problema es que esa solución tardará 100,000 años en completarse, tal como ocurrió con el último calentamiento que sufrió el planeta, hace 55 millones de años.

Según un estudio publicado por los científicos en la última edición de la revista Science, la prueba de esa solución fue encontrada en los sedimentos marinos que se depositaron durante un lapso de calentamiento global llamado Máxima Termal Paleoceno-Eoceno (PETM, por sus siglas en inglés).

Esos sedimentos revelaron un abrupto cambio en la química marina que comenzó a desarrollarse a partir del PETM, el cual fue seguido por una larga y lenta recuperación.

Según James Zachos, profesor de Ciencias de la Tierra de la Universidad de California, muy pocas personas han pensado cuál fue el destino de todo el carbono y qué ocurrió para que desapareciera del sistema.

“El tiempo de recuperación es muy largo. Pasarán decenas de miles de años antes de que ese dióxido de carbono atmosférico comience a bajar hasta niveles preindustriales”, indicó.

La comunidad científica coincide en que los océanos tienen una enorme capacidad para absorber el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera.

Según los científicos, los resultados de investigaciones internacionales han indicado este año que los océanos captaron casi la mitad del CO2 que el hombre produjo en los últimos 200 años, es decir unos 120,000 millones de toneladas de carbono.

Cuando el CO2 se disuelve en el agua, ésta se torna más ácida y esa acidificación se extiende hacia las profundidades.

Zachos señaló que al investigar las capas sedimentarias del océano se pudo observar los efectos de la rápida acidificación durante el PETM.

La investigación reveló que la cantidad de CO2 que contaminó la atmósfera causó un calentamiento global mucho más grave que lo que se creía hasta ahora.

El origen del actual calentamiento global es atribuido en mayor parte a la quema de combustibles fósiles que producen metano y dióxido de carbono, principales componentes de los gases invernadero o termoactivos.

Pero hace 55 millones de años, según los científicos, el calentamiento global fue causado por la liberación de metano desde depósitos submarinos en las cercanías de la plataforma continental.

El metano reaccionó con el oxígeno generando enormes nubes de dióxido de carbono y, por consiguiente, un aumento global de las temperaturas de una media de cinco grados centígrados.

Según los científicos, los fósiles de esa época muestran cambios dramáticos en la vida animal y vegetal, tanto en tierra como en los océanos.

Según Zachos y sus colegas de la Universidad de California, hasta ahora se había calculado que la cantidad de gases invernadero liberados en la atmósfera durante el PETM fue de alrededor de dos billones de toneladas.

El científico manifestó que con este nuevo estudio se calcula que la cantidad que tendría que ingresar en la atmósfera para producir resultados similares de calentamiento global sería alrededor del doble, más o menos lo que producirá la combustión prevista de combustibles fósiles durante los próximos tres siglos: unos 4.5 billones de toneladas de dióxido de carbono.

“Ahora sabemos que el tiempo necesario de recuperación, como ocurrió en el pasado, es de unos cien mil años”, indicó.

Las conclusiones del estudio se basan en los efectos que tiene la acidificación del mar en la química del carbonato de calcio, que es el mineral existente en el caparazón de ciertos tipos de fitoplancton y otros organismos marinos.

Cuando esos organismos mueren, su concha se deposita en el fondo del mar y se disuelve como resultado de una gran acidez. Esa disolución del carbonato de calcio permite que el mar almacene grandes cantidades de CO2 en forma de iones.

“El carbonato de calcio aumenta la capacidad de absorción del fondo marino de manera que, eventualmente, se neutraliza la mayor parte de los cambios de acidez causados por la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera”, señaló el científico.

Escabrosa la ruta del periodismo libre en la Isla

Miércoles, 15 de junio de 2005

Por Rubén Arrieta Vilá
rarrieta@elnuevodia.com


Si el periódico impreso ha cumplido cuatro siglos de vida en el mundo, en Puerto Rico nació tarde, hace poco menos de 200 años. La tardanza ocurrió porque también fue tardía la llegada de la imprenta, más de ochenta años después de Cuba, que la inauguró en 1723. Los primeros trabajos de imprenta fueron publicados en La Gaceta hacia 1807, el año que los ejércitos de Napoleón invadieron España.

Aquí gobernaba Toribio Montes para esos años, la época en que el gallego de La Coruña, Juan Rodríguez Calderón, introdujo la primera imprenta. Acaso no pudieron imprimirse noticias de la invasión francesa ni del alzamiento de los españoles el 2 de mayo de 1808. Tras la derrota de los invasores en Bailén y la adopción de la ley constitucional de 1812, el ambiente propició la actividad periodística. Fue el intendente Alejandro Ramírez, quien fundó el segundo periódico, Diario Económico, que nació en febrero de 1814 con artículos del primer redactor que se conoció en la isla, don Pablo de Andino.

Según Antonio S. Pedreira, el desarrollo del periodismo iba a florecer en los períodos constitucionales que permitían relativa libertad de expresión pública. Además, los gobernadores autorizaban que los ayuntamientos pagasen suscripciones, lo que fue sostén de los periódicos.

Con ese medio de financiamiento, pudo mantenerse la circulación del periódico Piedra de Toque, cuya suscripción costaba 8 reales mensuales en 1822. Por cada ejemplar se pagaba un real que hoy sería menos de 10 centavos. El periódico no era industria que tuviese muchos empleados ni era gran fuente de ingresos para beneficio del capital de su dueño. Este lo usaba más para divulgar sus criterios políticos, y eso en los momentos que existió liberalidad en el gobierno.

Llegó a permitirse en una ocasión que José de Andino aconsejase a los lectores que votaran por los hijos del país con preferencia a los españoles. Esa liberalidad, que se inició el 9 de marzo de 1809, concluyó a fines de 1823 cuando Fernando VII impuso la monarquía absoluta. A continuación, durante 15 años de tiranía, el periodismo estuvo ausente del panorama histórico. En 1837, las circunstancias impusieron la necesidad de aumentar la actividad económica para mejorar las condiciones de vida. El gobierno estaba obligado a procurar medios de fomento industrial y agrícola. Se creó una publicación para orientar sobre actividades productivas, reapertura que la hizo necesaria la vida de la colonia, aunque su actividad disidente pudiera ser incómoda al régimen.

Motivado por ese apremio, se fundó el Boletín Instructivo y Mercantil que salió a la luz en 1839. En menos de diez años, la prensa volvió a probar cuánta libertad le cobijaba. El 1ro. de junio de 1848 comenzó a publicarse El Imparcial en Mayagüez, cuyo nombre y su propósito de neutralidad iba a ser un reto. Este reto concluyó rápido porque el diario tan sólo duró 50 días ya que el gobernador Juan Prim, Conde de Reus, le sacó de circulación el 20 de julio de 1848. En su Historia del Periodismo, Antonio S. Pedreira sugiere que el vigor periodístico asimismo se pone de manifiesto conforme a las regiones. Según él, San Juan, Mayagüez y Ponce han sido pueblos donde la prensa puertorriqueña ha echado sus más hondas raíces”.

Hacia 1890 el periodismo tomó una nueva perspectiva. Se convirtió en apremiante y procuraba ser ameno en su estilo de redacción. Se lanzó a la calle en busca de popularidad y procuraba ganar lectores y subsistir día a día en tanto coqueteaba con los anunciantes. Era el principio de la competencia del periodismo cuyo ingreso y su fortaleza económica iban a depender de la circulación. La venta de cada ejemplar y el producto de los anuncios eran su fuente vital.

Hacia la década final del siglo XIX, ese periodismo reporteril lo impulsó Ramón B. López al producir La Correspondencia que empezó con una circulación de 5,000 ejemplares diarios. Se anunciaba como “diario popular de todos para todos, independiente, neutral, y noticiero”. La Correspondencia, al costo de un centavo, fue el primer paso hacia un periodismo que en 100 años sería una de las más productivas y libres empresas de Puerto Rico.

viernes, junio 10, 2005

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viernes, junio 03, 2005

Watergate: Encuentro casual que cambió la historia

Viernes, 3 de junio de 2005

Por José A. Delgado
jdelgado@elnuevodia.com


WASHINGTON – Un encuentro en la Casa Blanca en 1970, cuando era miembro de la Marina de Guerra, permitió al periodista Bob Woodward iniciar una relación de amistad con el alto funcionario del FBI que en medio del escándalo Watergate se convertiría en la fuente de información “Deep Throat”.

Woodward, el reportero que junto a Carl Bernstein reveló los más importantes detalles del caso, relató ayer por vez primera cómo forjó, por mera casualidad, una relación de amistad con Mark Felt, quien cuando estalló el escándalo que le costó la presidencia a Richard Nixon ejercía las funciones de número dos de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI).

Felt encontró en Woodward la oportunidad de revelar los manejos turbios del esfuerzo por encubrir la vinculación de la Casa Blanca de Nixon con la incursión ilegal a la sede del Partido Demócrata de Estados Unidos, en el edificio Watergate y que tuvo el propósito de escuchar las reuniones políticas de la oposición.

Cuando Woodward conoció a Felt el ahora periodista era un teniente de la Marina de Guerra al que se le encomendó entregar un documento confidencial en la Casa Blanca. Felt llegó al mismo recibidor y sentó junto a Woodward, en espera de la conclusión del cónclave que se desarrollaba a puerta cerrada.

“(Felt) no mostró interés alguno en desarrollar una larga conversación, pero yo estaba decidido a hacerlo. Finalmente, le extraje la información de que él era director adjunto de la FBI, a cargo de la división de Inspección, un puesto importante bajo la jefatura de J. Edgar Hoover”, indicó Woodward, en un recuento que publicó ayer en The Washington Post.

Woodward consiguió además que Felt le diera su teléfono directo y le utilizó a partir de entonces como consejero personal, en su esfuerzo por encaminar su vida profesional después de terminar, a los 27 años, su servicio en la Marina de Guerra, y en momentos en que decidía si quería o no estudiar leyes.

Cuando optó por la carrera periodística, Felt le comentó que los periódicos eran muy llanos y pocas veces iban al fondo de los acontecimientos. Woodward empezó su carrera en un periódico de Maryland, pero un año después, en 1971, era reportero de la sección metropolitana de The Washington Post.

A raíz del intento de asesinato del 15 de mayo de 1972 en contra del gobernador de Alabama, George Wallace, entonces precandidato presidencial republicano, Woodward telefoneó en varias ocasiones a Felt en busca de pistas informativas sobre el autor del atentado, Arthur Bremen. Felt le dio varias referencias.

Pero, no fue hasta el caso Watergate, el cual Woodward y Bernstein cubrieron inicialmente como un acto delictivo de la zona metropolitana de Washington, que la relación con Felt, como fuente informativa, se solidificó.

Cuando la investigación policial obtenida por Woodward vinculó a un ex agente de la CIA y colaborador de la Casa Blanca, Howard Hunt, con el caso Watergate, Felt le advirtió que este era un caso muy serio y le frenó desde entonces todo esfuerzo por comunicarse con él públicamente.

De ahí en adelante, Felt le ordenó mantener todos los encuentros de forma clandestina, utilizando mensajes secretos: Woodward le notificaba que necesitaba hablar con él colocando un tiesto en un balcón de su apartamento; y Felt le daba la hora dibujando un reloj en la página 20 del diario The New York Times que el periodista recibía en su apartamento.

Las reuniones se dieron normalmente en horas de la madrugada, como las 2:00 a.m., en un estacionamiento de un edificio de la localidad de Roslyn (Virginia), en la frontera con Washington D.C.

“Deep Throat” se convirtió entonces en la fuente informativa clave para guiar al Post durante su cobertura del caso Watergate, que provocó la renuncia en agosto de 1974 del presidente Nixon.

Woodward, Bernstein y el entonces director de The Washington Post, Ben Bradlee, guardaron por 33 años el secreto de que “Deep Throat” era Mark Felt. Hasta que la revista Vanity Fair adelantó a principios de semana que en su edición de julio incluye un reportaje y una entrevista con Felt en la que se anuncia que él era “Deep Throat”.

Felt, de 91 años, ha admitido que con esta revelación busca “escribir un libro o algo así y obtener todo el dinero que pueda”. Su familia, que le ofreció a Woodward escribir un libro o un artículo conjuntamente para dar a conocer que Felt era su fuente principal del caso Watergate, también admite que en parte la razón del anuncio ha sido el dinero.

Woodward, quien no aceptó la oferta de la familia, duda que Felt esté en condiciones de narrar su historia adecuadamente. Y dice que hasta tuvo dudas de si la condición mental de Felt, quien sufrió un leve derrame cerebral, es suficientemente buena como para haberle relevado del acuerdo de confidencialidad por el cual no divulgaría su nombre hasta su muerte.

Actualmente, el abogado de la familia, John O’Connor, quien escribe el artículo que publica Vanity Fair, negocia posibles acuerdos para hacer libros y películas, que pueden dejarle mucho dinero a los parientes cercanos de una figura que se consideraba el secreto mejor guardado del periodismo moderno.

Woodward, quien ya ha escrito 12 libros de gran venta, acelerará su propia publicación, la cual las casas editoras auguran tendrá gran éxito.

Hay menos certeza de cual será el éxito de la publicación que hagan los Felt – quien vive con su hija -, pues todavía se desconoce si “Deep Throat” mantuvo diarios de aquella época o tiene suficiente capacidad mental para recrear en detalle su participación en el caso Watergate.

jueves, junio 02, 2005

Watergate: Corrobora el Post a Felt fuente

Jueves, 2 de junio de 2005

Por José A. Delgado
jdelgado@elnuevodia.com


WASHINGTON – The Washington Post, esta vez, tuvo la misión de corroborar a su fuente.

El diario estadounidense, que desveló poco a poco el escándalo Watergate, que acabó en 1974 con la presidencia de Richard Nixon, confirmó ayer que el entonces número dos de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), Mark Felt, fue su famosa fuente de información “Deep Throat” (Garganta Profunda).

Los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, junto a su editor de entonces Ben Bradlee, certificaron la historia divulgada el día anterior por la revista Vanity Fair.

“Deep Throat” ha sido el más importante misterio periodístico de las últimas tres décadas y seguramente la fuente anónima de información más famosa del mundo.

Sus informes sobre los esfuerzos del gobierno de Nixon por obstruir la investigación en torno a las grabaciones ilegales en contra del Partido Demócrata, ayudaron a Woodward y a Bernstein a confirmar que iban por buen camino y que el caso Watergate –el nombre del edificio en que estaba ubicada la sede del Comité Nacional Demócrata-, era un serio operativo político republicano para conocer las estrategias políticas demócratas y esconder las ilegalidades gubernamentales.

La relación principal de Felt fue con Woodward. Ayer, Woodward indicó que para hacerle saber que necesitaba corroborar información u obtener algún detalle, sacaba un tiesto al balcón de su apartamento. Cuando Felt quería contactarle, le dejaba a Woodward un dibujo de un reloj en la página 20 del The New York Times que recibía. Muchas de las reuniones entre Felt y Woodward tuvieron lugar en estacionamientos soterrados.

“(Felt) sabía que estaba tomando un riesgo monumental”, indicó Woodward, quien al igual que su colega Bernstein –ya desvinculado del Post– ha advertido que hubo otras personas importantes adicionales a Deep Throat. “Cuando escribimos el libro (‘Todos los hombres del Presidente’ -después adaptado para el cine) nunca imaginamos que su papel iba a ser tan mítico”, señaló Bernstein.

El caso Watergate no sólo terminó con la presidencia de Nixon sino que se convirtió en el paradigma del periodismo investigativo.

“Soy la persona que solían llamar Deep Throat”, indicó Felt, de 91 años, en una entrevista que publicó esta semana la revista Vanity Fair.

El artículo de Vanity Fair fue suscrito por el abogado John D. O’Connor, seleccionado por la hija de Felt para ayudar a que su padre, dentro del marco de la relación confidencial abogado - cliente-, admitiera su importante papel en el caso Watergate.

La noticia tomó por sorpresa al propio Woodward, a pesar de que había recibido acercamientos de la familia de Felt para que escribieran conjuntamente un libro en el que se revelara la identidad de Deep Throat. Woodward, sin embargo, temía que Felt no tuviera suficiente capacidad mental en estos momentos para poder decidir si se quebraba el acuerdo de confidencialidad que adoptaron hace tres décadas.

Pero, una vez Vanity Fair publicó su historia, Woodward, Bernstein y el ex editor Bradlee se sintieron relevados de divulgar una información que habían prometido guardar hasta la muerte de Felt. “Mantuvieron el secreto a pesar de la extraordinaria presión de la Casa Blanca (de Nixon) en contra del Post, incluidas acusaciones de que Deep Throat no era más que una invención”, indicó ayer The Washington Post, en un editorial.

En su editorial, el periódico defiende la decisión de Felt de convertirse en fuente principal para denunciar el caso Watergate. Conservadores republicanos, incluidos algunos de los que fueron a la cárcel por ese escándalo, consideran que Felt traicionó sus responsabilidades como alto directivo del FBI al ofrecer la información al periódico y no a otras autoridades.

“El señor Felt, que ahora tiene 91 años, fue un dedicado empleado del FBI”, indicó el periódico, aunque recuerda que Felt fue convicto en la década de 1980 de haber autorizado actividades ilegales mientras el FBI perseguía en los 70 a grupos de izquierda en Estados Unidos.

Uno de los debates que han surgido es por qué Felt decidió hacer pública las denuncias en contra del gobierno de Nixon. Richard Ben Veniste, quien como fiscal investigó el caso Watergate, comentó ayer que Felt debió de haber querido dar a la publicidad los esfuerzos por encubrir las escuchas ilegales, sin tener como objetivo la debacle del gobierno de Nixon.

El autor de la información que publicó The Washington Post para corroborar la noticia de Vanity Fair, David Von Drehle, dijo a una emisora radial de la zona de la capital federal (WTOP) que probablemente Felt estuvo motivado por la decisión de Nixon de no nombrarle jefe del FBI, después de la muerte del notorio Edgar J. Hoover.

Diversas fuentes, incluido el propio Nixon, echaron a correr la idea, en el pasado, de que Felt pudiera ser Deep Throat. En una grabación Nixon comentó en privado que creía que Felt era “un informante”. A Felt se le preguntó directamente en varias ocasiones. En la época del caso Watergate, durante su participación en el programa “Meet the Press”, Felt indicó que no era Deep Throat, pero que no estaría abochornado de serlo.

Vanity Fair le arrebató a The Washington Post la primicia, pero en última instancia la corroboración esta vez no le pertenecía a Felt, sino al diario que ayudó a desenmascarar las ilegalidades del gobierno de Nixon.

A la luz fuente del caso Watergate

Miércoles, 1 de junio de 2005

Por The Associated Press



NUEVA YORK - Un ex funcionario del FBI dijo que él era la fuente llamada “Deep Throat” que filtraba secretos sobre la operación de encubrimiento Watergate, del presidente Nixon, a The Washington Post, informó ayer Vanity Fair.

W. Mark Felt, de 91 años, quien era segundo al mando en el FBI a principios de la década de 1970, guardó su secreto incluso a su familia hasta 2002, cuando hizo una confidencia a un amigo de que él había sido la fuente de información del reportero Bob Woodward, de The Washington Post, dijo la revista.

“Yo soy el tipo al que solían llamar 'Deep Throat”, dijo él al abogado John D. O'Connor, autor del artículo del Vanity Fair, informó la revista en un parte de prensa.

Felt estuvo inicialmente obstinado en permanecer en silencio sobre el tema, pensando que las revelaciones sobre su pasado serían de algún modo deshonrosas.

“No creía que (ser 'Deep Throat') fuese algo de lo que se puede estar orgulloso”, indicó Felt a su hijo, Mark Jr., en determinado momento, según el artículo. “Uno no debe filtrar información a nadie”.

Felt es un retirado que vive en Santa Rosa, California, con su hija, Joan, dijo la revista. No fue posible contactarla inmediatamente por The Associated Press para comentarios.

The Washington Post no tuvo ningún comentario de inmediato.

Felt es una de un determinado número de personas que han sido nombradas con los años como la fuente cuyas revelaciones contribuyeron a derrocar la presidencia de Nixon. Otros incluyen al ayudante general del secretario de justicia, Henry Peterson, al consejero auxiliar de la Casa Blanca, Fred Fielding, y hasta a la mujer ancla de ABC, Diane Sawyer, quien en aquel entonces trabajaba en la oficina de prensa de la Casa Blanca.

En 1999, Felt negó haber sido el hombre.

“Yo lo habría hecho mejor”, dijo Felt a The Hartford Courant. “Habría sido más eficaz. 'Deep Throat' no fue exactamente quien hizo derrumbar la Casa Blanca, ¿o sí lo fue?”